El
árbol de los deseos de mi escuela.
Llegó diciembre a la escuela,
el mes más bonito del año. La maestra pidió a los alumnos que hicieran un
dibujo de navidad para colocarlo en el árbol del salón de clase. La niña
Paola notó que al arbolito de su salón le faltaban los regalos. En ese momento sonó
el timbre y todos salieron al recreo.
Detrás de la cantina de la
escuela había un árbol frondoso. Paola se dirigió hacia el árbol. Un ambientalista de la escuela (trabajador de la limpieza), observó la actitud de Paola y se fue acercando cuidadosamente para
ver por qué la niña se había alejado de sus compañeros.
Al acercarse el ambientalista de la escuela, oyó que la niña Paola con los ojos cerrados le hablaba al árbol y le decía:
¡Querido
Dios! Quiero pedirte un deseo, que llenes de regalos el
arbolito de navidad de mi salón porque está vacío sin regalos y todos estamos
tristes.
En ese momento el ambientalista al observar la tristeza de Paola respondió con una voz oscura pero suave:
En ese momento el ambientalista al observar la tristeza de Paola respondió con una voz oscura pero suave:
¡Oh niña hermosa he escuchado tu deseo! No sigas triste, pues tú y tus compañeros tendrán muchos regalos en el árbol de navidad de tu salón.
Paola abrió los ojos abrazó
al árbol de los deseos de Dios y se fue muy alegre a su salón. Pasaron las horas, terminó las clase y
se fue a su casa con la esperanza de que al llegar a clase al otro día encontraría regalos en el árbol de su
salón.
Pero al llegar el día
siguiente el árbol de navidad del salón estaba sin
regalos. Paola se puso triste porque no
encontró regalos. Al salir al recreo se dirigió al árbol de los deseos de Dios y cerró de nuevo sus
ojos y le dijo:
¡Querido Dios! Yo
sé que he peleado con mis compañeros de
clase pero te prometo que no lo haré más; sé que tú debes estar bravo pero
desde hoy compartiré mis útiles con ellos.
Paola no escuchó que la voz de Dios le respondiera. Extrañada y molesta, se fue triste...
Paola no escuchó que la voz de Dios le respondiera. Extrañada y molesta, se fue triste...
Pero Paola lo que no sabía era que el ambientalista de la escuela estaba comprando los regalos y por ello no se percató
que la niña había ido otra vez hablar con el árbol de los deseos.
Al terminar la clase Paola, pasó
cerca del árbol de los deseos de Dios y le sacó toda la lengua se fue a su casa.
Ese mismo día, el ambientalista
de la escuela le comentó lo sucedido a la maestra y le pidió permiso para
colocar los regalos en el arbolito de navidad del salón de Paola.
Al otro día, Paola llega a
su salón y vio que el arbolito de navidad estaba lleno de regalos. Paola salió corriendo
hacia el árbol de los deseos de Dios. El ambientalista de la escuela se percató de que Paola se
dirigía hacia el árbol y se acercó con cuidado y vio que Paola con lágrimas en
sus ojos le decía:
¡Dios querido y hermoso ! yo he peleado
mucho con mis amigos y no le hago caso a mi maestra. He pateado el balde de
agua de los ambientalistas de la escuela, le he sacado la lengua al portero, pero te prometo
que desde hoy seré una niña buena.
El ambientalista de la
escuela, cuidadosamente, sin que Paola lo viera, le dice con voz grave;
¡Oh niña hermosa! cierra tus
ojos y Paola los cerró después le dijo:
Tú eres una niña muy bonita
e inteligente, sé que a partir de hoy te portarás bien, tanto en la escuela
como en tu casa y te digo; todos en la escuela te quieren mucho. Luego, ella con voz pícara, le
dice: no le voy a pegar a mis amiguitos, ni a ti árbol lindo y lo abrazó con
toda su fuerza.
Paola abre los ojos y dice:
Dios, te
prometo que le voy a decir a mi maestra y a mi familia que sembremos muchos árboles para que las próximas
navidades todos los arbolitos se llenen de regalos y así todos los niños estarán alegres.
Paola abrazó de nuevo al árbol de los deseos y se fue corriendo al salón de clase donde la maestra la esperaba para darle un abrazo y entregarle su regalo.
Paola abrazó de nuevo al árbol de los deseos y se fue corriendo al salón de clase donde la maestra la esperaba para darle un abrazo y entregarle su regalo.
El ambientalista de la
escuela, emocionado, se fue a su puesto de trabajo.
Zorena Palma.
UNIOJEDA. Valera, Venezuela.
Este cuento fue presentado en clase por la estudiante Palma y afirmó ser de su autoría.
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