domingo, 1 de diciembre de 2013

Poesía infantil venezolana. La Avispa ahogada.



La Avispa ahogada.

Aquiles Nazoa.


La avispa aquel día 
desde la mañana, 
como de costumbre, 
bravísima andaba.

El día era hermoso
la brisa liviana; 
cubierta la tierra 
de flores estaba 
y mil pajaritos 
los aires cruzaban.

Pero a nuestra avispa 
-nuestra avispa brava- 
nada le atraía, 
no veía nada 
por ir como iba
comida de rabia.

“Adiós”, le dijeron
unas rosas blancas, 
y ella ni siquiera
se volvió a mirarlas 
por ir abstraída, 
torva, ensimismada, 
con la furia sorda 
que la devoraba.

“Buen día”, le dijo 
la abeja, su hermana, 
y ella que de furia
casi reventaba, 
por toda respuesta 
le echó una roncada 
que a la pobre abeja
dejó anonadada.

Ciega como iba
la avispa de rabia, 
repentinamente,
como en una trampa, 
se encontró metida
dentro de una casa.

Echando mil pestes
al verse encerrada, 
en vez de ponerse
serena y con calma 
a buscar por donde
salir de la estancia, 
¿sabeís lo que hizo?
¡Se puso más brava!

Se puso en los vidrios
a dar cabezadas, 
sin ver en su furia
que a corta distancia
ventanas y puertas
abiertas estaban;
y como en la ira
que la dominaba 
casi no veía
por donde volaba, 
en una embestida
que dio de la rabia 
cayó nuestra avispa en un vaso de agua.

¡Un vaso pequeño, 
menor que una cuarta 
donde hasta un mosquito
nadando se salva!

Pero nuestra avispa,
nuestra avispa brava, 
más brava se puso
al verse mojada, 
y en vez de ocuparse, 
la muy insensata, 
de ganar la orilla
batiendo las alas 
se puso a echar pestes 
y a tirar picadas 
y a lanzar conjuros
y a emitir mentadas,
y así, poco a poco, 
fue quedando exhausta
hasta que, furiosa, 
pero emparamada, 
terminó la avispa 
por morir ahogada.

Tal como la avispa
que cuenta esta fábula, 
el mundo está lleno
de personas bravas, 
que infunden respeto
por su mala cara, 
que se hacen famosas
debido a sus rabias
y al final se ahogan

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