jueves, 31 de octubre de 2013

Corpus de la Literatura Infantil.

Literatura infantil y formación de un nuevo maestro.
Isabel Tejerina Lobo.

La Literatura Infantil como corpus diferenciado en el conjunto de la literatura se ha formado en un proceso de siglos. Distinguiremos dos grandes grupos:
a) La literatura no creada para los niños, pero que ellos han hecho suya. Es la literatura denominada «ganada», «recuperada», en definitiva, la «adoptada» por los niños. Son las creaciones (orales y escritas) que no nacieron para ellos, pero que, a lo largo del tiempo, se han apropiado y también las que los adultos les destinaron, previa adaptación no siempre afortunada. Aquí se incluyen en primera fila los cuentos populares tradicionales y la poesía folclórica, también el mundo de las fábulas y muchas novelas, especialmente las de aventuras. Es el caso de los cuentos recogidos por Perrault, los Hermanos Grimm o Afanasiev; las nanas, coplas, adivinanzas, retahílas, canciones de juego... que forman el repertorio folclórico del pueblo; las múltiples versiones que se han hecho de relatos aventureros: La isla del tesoro (Stevenson), El libro de la selva (Kipling), Robinson Crusoe (Defoe),Los viajes de Gulliver (Swift) y casi la obra completa de Julio Verne, Emilio Salgari, Jack London o Melville. También obras del realismo decimonónico (Dickens, Marc Twain) que tienen a los niños como protagonistas.
b) La literatura creada para los niños, dedicada expresamente a ellos bajo la forma de cuentos, novelas, poemas, obras de teatro, historietas, libros de imágenes. En su intento de adecuación al niño los adultos, durante muchos años, le han ofrecido literatura bajo el viejo lema de Comenius (1658) de«instruir deleitando» y la finalidad didáctica de prepararle como hombre del mañana. Esos libros aburridos y fastidiosos no perduran. En cambio permanecen relatos muy antiguos nacidos de la imaginación porque el niño siempre ha sabido defenderse de las lecturas edificantes. Aquí se encuentran clásicos de la literatura infantil universal como Andersen, Collodi, Lewis Carroll, Richmal Crompton o James Barrie con sus inolvidables relatos: El patito feoAventuras de PinochoAlicia en el país de las maravillasAventuras de Guillermo y Peter Pan. Y todos los autores actuales que crean una literatura basada en lo que el niño es y no en lo que se pretende que sea, dirigida a darle placer y respuesta a su problemática vital. Se editan con regularidad catálogos y guías bibliográficas que seleccionan las mejores obras de la cuantiosa producción actual. Son recomendables los de la Asociación de Maestros Rosa SensatFundación Germán Sánchez Ruipérez y la Internationale Jugendbibliothek, así como los de las revistas especializadasBookbirdNous voulons lireCLIJ o Peonza.
Para las primeras edades, pero con incursiones cada vez más frecuentes en otras etapas, es muy importante la producción actual basada en las imágenes y los recursos y novedades gráficas, con texto muy reducido o inexistente, que se dirige a la globalidad cognitiva y sensoperceptiva del niño para introducirlo de forma lúdica en el mundo de la lectura. Todo un mundo de sugerencias en torno a los álbumes figurativos, los relatos ilustrados y los libros-juguete: libros musicales, con bichitos, realizados con un material distinto en cada página, libros-teatro, libros acordeón, libros puzzle, lavables, hinchables...
Finalmente, en esta delimitación del corpus hay que hacer de nuevo mención expresa a ciertas obras destinadas al público infantil, generalmente presentadas en series y con abundantes ilustraciones, cuyos protagonistas pasan por variados escenarios y situaciones del entorno cotidiano: el mercado, la playa, el zoo, el colegio... Constituyen, efectivamente, una instrumentalización didáctica del libro para niños con la finalidad de ofrecer información y conocimientos de modo atractivo, pero, en su mayoría, no son propiamente literatura infantil porque los objetivos didácticos sobrepasan con mucho sus logros estéticos. La presencia masiva en la biblioteca escolar de estas obras pseudoliterarias sobrepasa con frecuencia las de la literatura adoptada y los buenos libros de la creada. Ello es reflejo de una visión confusa sobre lo que es y no es literatura infantil y también testimonio de la sempiterna finalidad didáctica, todavía no superada, que continúa condicionando la postura de muchos educadores y el carácter de su mediación entre la literatura y el niño. Contra ella debemos alertar a los nuevos profesores.

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