EL DOCTOR SABELOTODO
Jacob y Wilhelm Grimm
Cuento
Jacob y Wilhelm Grimm
Cuento
Cierto día un pobre campesino, apodado el Cangrejo, fue a la ciudad, con su carro y su yunta de bueyes, a llevar una carga de leña para venderla en la feria. La vendió por cuatro táleros a un famoso Doctor. Cuando el campesino fue a cobrar su dinero, el Doctor estaba sentado a la mesa. Al ver el pobre hombre lo espléndidamente que el Doctor comía y bebía, sintió grandes deseos de ser doctor a su vez. Se quedó un momento contemplándole y, al fin, se atrevió a preguntarle si no podría ser él también doctor.
-Ya lo creo contestó el Doctor. Nada más fácil que eso.
-¿Qué tengo que hacer? preguntó el campesino.
-Ante todo comprar el libro del A B C. Hay uno muy bonito con un gallo pintado. En seguida, convertir el carro y los bueyes en dinero, y comprar trajes, zapatos y demás cosas necesarias para vestir con la elegancia adecuada a un doctor. Tercero, colgar en la puerta una muestra pintada, con las siguientes palabras: "Yo soy el Doctor Sabelotodo."
El campesino lo hizo tal como se lo dijeron.
Cuando hubo pasado el tiempo necesario para hacerse cierta fama, sucedió que a un rico y noble caballero le robaron una importante cantidad. Como había oído hablar del Doctor Sabelotodo, que vivía en tal y tal pueblo, fue en su busca, seguro de que él sabría quién era el ladrón. El caballero pues, montó en su carruaje y se fue al pueblo aquel. Se detuvo en casa del Doctor y preguntó al Cangrejo si él era el Doctor Sabelotodo.
-Sí, Yo soy.
-Entonces venid conmigo, a averiguar quién ha robado mi dinero.
-Con mucho gusto; pero Grethe, mi esposa, debe venir conmigo dijo Sabelotodo.
El caballero aceptó, y el Doctor y su mujer tomaron asiento en el coche del noble.
Cuando llegaron al castillo del noble, la comida estaba a punto y el Cangrejo fue invitado a sentarse a la mesa.
-Perfectamente; pero Grethe, mi esposa, debe sentarse a mi lado dijo; y, en efecto, ella se sentó con él.
Cuando el primer criado trajo una fuente llena de exquisito manjar, el campesino le hizo una Pena a su esposa, diciendo:
-Éste es el primero, Grethe queriendo significar que aquel criado traía el primer plato. Pero el sirviente entendió que quería decir: "Éste es el primer ladrón." Y como realmente era el ladrón, se alarmó grandemente, y fue a decir a sus compañeros:
-Ese Doctor lo sabe todo; ha dicho que yo soy el primero; es preciso que escapemos de esta ratonera.
El segundo criado no quiso escapar, sino que, disimulando su turbación, fue a ofrecer un nuevo plato al campesino, quien volvió a hacer seña a su mujer diciendo:
-Grethe, éste es el segundo.
El criado entonces se asustó y echó a correr.
Con el tercero sucedió otro tanto. El campesino volvió a decir:
-Éste es el tercero, Grethe.
El cuarto trajo una fuente tapada, y el dueño de la casa dijo al Doctor que mostrase su poder diciendo lo que había debajo de la tapadera. Era una fuente de cangrejos.
El campesino miró a la fuente y, como no sabía qué hacer, exclamó, enojado consigo mismo:
-¡Condenado Cangrejo!
Cuando el dueño de la casa le oyó, no pudo menos de asombrarse.
-¡Lo ha adivinado! exclamó . Entonces también sabrá dónde está el dinero robado.
El criado, que estaba ahora en el comedor, se asustó muchísimo e hizo una seña al Doctor de que le siguiese afuera.
Cuando hubo salido, los cuatro criados confesaron al campesino cómo habían robado el dinero; le dijeron también que le darían una gran suma si no los denunciaba a su amo, pues sus cabezas peligrarían. También le enseñaron dónde tenían escondido el dinero. El Doctor, muy satisfecho, volvió a la mesa y dijo:
-Ahora, señor, dejadme mirar en mi libro dónde está escondido el dinero.
El quinto criado, mientras tanto, se había escondido en la chimenea para escuchar si el Doctor sabía más. Al volver las páginas del libro del A B C, buscó el gallo para fingir que lo consultaba, y como no lo encontrara rápidamente, el Doctor exclamó:
-Ya sé que estás ahí, y tienes que salir.
El hombre que estaba en la chimenea, pensando que lo decía por él, se asustó mucho y salió gritando:
-¡Este hombre lo sabe todo!
Entonces el Doctor Sabelotodo mostró al caballero dónde estaba el dinero escondido, pero no denunció a los criados; recibió, por lo tanto, mucho dinero de ambas partes y llegó a ser un hombre famoso.
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-Ya lo creo contestó el Doctor. Nada más fácil que eso.
-¿Qué tengo que hacer? preguntó el campesino.
-Ante todo comprar el libro del A B C. Hay uno muy bonito con un gallo pintado. En seguida, convertir el carro y los bueyes en dinero, y comprar trajes, zapatos y demás cosas necesarias para vestir con la elegancia adecuada a un doctor. Tercero, colgar en la puerta una muestra pintada, con las siguientes palabras: "Yo soy el Doctor Sabelotodo."
El campesino lo hizo tal como se lo dijeron.
Cuando hubo pasado el tiempo necesario para hacerse cierta fama, sucedió que a un rico y noble caballero le robaron una importante cantidad. Como había oído hablar del Doctor Sabelotodo, que vivía en tal y tal pueblo, fue en su busca, seguro de que él sabría quién era el ladrón. El caballero pues, montó en su carruaje y se fue al pueblo aquel. Se detuvo en casa del Doctor y preguntó al Cangrejo si él era el Doctor Sabelotodo.
-Sí, Yo soy.
-Entonces venid conmigo, a averiguar quién ha robado mi dinero.
-Con mucho gusto; pero Grethe, mi esposa, debe venir conmigo dijo Sabelotodo.
El caballero aceptó, y el Doctor y su mujer tomaron asiento en el coche del noble.
Cuando llegaron al castillo del noble, la comida estaba a punto y el Cangrejo fue invitado a sentarse a la mesa.
-Perfectamente; pero Grethe, mi esposa, debe sentarse a mi lado dijo; y, en efecto, ella se sentó con él.
Cuando el primer criado trajo una fuente llena de exquisito manjar, el campesino le hizo una Pena a su esposa, diciendo:
-Éste es el primero, Grethe queriendo significar que aquel criado traía el primer plato. Pero el sirviente entendió que quería decir: "Éste es el primer ladrón." Y como realmente era el ladrón, se alarmó grandemente, y fue a decir a sus compañeros:
-Ese Doctor lo sabe todo; ha dicho que yo soy el primero; es preciso que escapemos de esta ratonera.
El segundo criado no quiso escapar, sino que, disimulando su turbación, fue a ofrecer un nuevo plato al campesino, quien volvió a hacer seña a su mujer diciendo:
-Grethe, éste es el segundo.
El criado entonces se asustó y echó a correr.
Con el tercero sucedió otro tanto. El campesino volvió a decir:
-Éste es el tercero, Grethe.
El cuarto trajo una fuente tapada, y el dueño de la casa dijo al Doctor que mostrase su poder diciendo lo que había debajo de la tapadera. Era una fuente de cangrejos.
El campesino miró a la fuente y, como no sabía qué hacer, exclamó, enojado consigo mismo:
-¡Condenado Cangrejo!
Cuando el dueño de la casa le oyó, no pudo menos de asombrarse.
-¡Lo ha adivinado! exclamó . Entonces también sabrá dónde está el dinero robado.
El criado, que estaba ahora en el comedor, se asustó muchísimo e hizo una seña al Doctor de que le siguiese afuera.
Cuando hubo salido, los cuatro criados confesaron al campesino cómo habían robado el dinero; le dijeron también que le darían una gran suma si no los denunciaba a su amo, pues sus cabezas peligrarían. También le enseñaron dónde tenían escondido el dinero. El Doctor, muy satisfecho, volvió a la mesa y dijo:
-Ahora, señor, dejadme mirar en mi libro dónde está escondido el dinero.
El quinto criado, mientras tanto, se había escondido en la chimenea para escuchar si el Doctor sabía más. Al volver las páginas del libro del A B C, buscó el gallo para fingir que lo consultaba, y como no lo encontrara rápidamente, el Doctor exclamó:
-Ya sé que estás ahí, y tienes que salir.
El hombre que estaba en la chimenea, pensando que lo decía por él, se asustó mucho y salió gritando:
-¡Este hombre lo sabe todo!
Entonces el Doctor Sabelotodo mostró al caballero dónde estaba el dinero escondido, pero no denunció a los criados; recibió, por lo tanto, mucho dinero de ambas partes y llegó a ser un hombre famoso.
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